No es un cantante. Tampoco un actor de telenovelas. Sin duda, no es ella (la tesorito), ni se llama Laura ni su apellido es León. El tesorito es el objeto del deseo de la mayoría de quienes quieren llegar al ejercicio del poder. El tesorito está constituido por dos elementos con un solo objetivo: hacer sentir (que no es lo mismo que ser) a quien lo posee que es una persona valiosa, indispensable y admirada. Alguien capaz de decidir por el resto y superior a los demás. ¡Y ay de aquel que se atreve a contradecirlo o a gritar a los cuatro vientos: el emperador va desnudo! Aquel que le recuerda la verdad: que todo su mundo es una mentira.
Creen que la parte más importante del ansiado bien, la parte tangible, la van a encontrar en las arcas públicas. Esa especie de agujeros negros terrestres en los cuales todo el dinero que entra desaparece por obra (que no son carreteras) y arte de magia (ahora los ve, ahora no los ve: ni los billetes, ni la seguridad, ni la justicia, ni la educación, ni la salud, ni los puentes…) de los gobernantes que los administran. ¿O los reparten? ¿Entre quiénes? Arcas que son alimentadas con fondos privados que fueron expoliados a sus legítimos dueños, a los creadores de riqueza.
Según mi parecer, la urgencia (que, por cierto, nunca es satisfecha) de ser adulado es el segundo componente del tesorito, junto con la creencia de que son ellos quienes mandan. Un factor necesario para mantener la ilusión de una alta autoestima en quienes usurpan el lugar del mandante, siendo ellos simples mandatarios. Un peligroso delirio de quien en su interior sabe que es todo lo contrario. Podemos evitar el juicio de los otros, pero nunca el juicio propio.
La ironía es que al final ni siquiera van a encontrar lo que verdaderamente buscan, como lo busca todo ser humano: el placer de ser una persona digna de admiración y orgullosa de sus logros legítimos. Terminan rodeados de personas como ellos (los pares se atraen y se relacionan entre sí), en una constante negación de la realidad, sin confiar en nadie, sabiendo que la mayoría de quienes los rodean lo hacen por un interés mezquino y que en cualquier momento los van a traicionar.
Por estas fechas en Guatemala dos facciones se pelean por quedarse con el tesorito. El día que se definirá quién podrá meterle las manos por cuatros años es el próximo 6 de noviembre. El grupo que se considera ganador ya no utiliza un mapa para encontrar el tesorito… o abrirlo. La nueva moda es la llave secreta. ¿Por qué secreta? ¡Quién sabe! Tal vez Alí Babá podría descifrar el misterio. Mientras, los miembros de la otra pandilla, en especial su líder, ya no saben ni qué ofrecer con tal de que los favorecidos sean ellos. En fin, a nosotros, los responsables de llenar los cofres que contienen el tesorito, no nos queda más que observar… por el momento. Luego, debemos cerrar las arcas de una vez por todas. Y alejarlas lo más posible de los piratas.
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