Más de una vez en nuestra vida
hemos escuchado la expresión “en franco deterioro”, para enfatizar que una
situación en lugar de mejorar, empeora. Sin embargo, el uso de la palabra franco me genera cierta inquietud, ya
que mi mente la asocia con la franqueza, una virtud que si la mayoría cultiváramos
nos facilitaría la búsqueda de la felicidad. Sobre todo en lo que a convicciones
trata. Hoy es casi tan difícil encontrarse con una persona intelectualmente
honesta, como lo es toparse con un político de profesión que no robe a los
tributarios.
Pareciera más probable encontrar
una aguja en un pajar que tropezar en
la batalla de las ideas con un interlocutor cuyo objetivo sea encontrar la
verdad, la cual no depende de la opinión de nadie: depende de la realidad. Y lo
anterior es casi imposible en especial entre los representantes del mainstream académico, intelectual y
periodístico; no solo en Guatemala sino en todo el mundo. Aquellos formadores de opinión que descaradamente
mienten, sacan de contexto los hechos y la mayoría de su argumentación la basan
en falacias ad hominem, falacias non sequitur y la más usada en los
últimos tiempos: la falacia del hombre de
paja.
Es lamentable reconocer que entre
la mayoría de personas que no forman parte de los, en muchas ocasiones,
arrogantes círculos académicos e intelectuales - o sea, entre la población en
general - prevalece la pereza mental. Y de esto último se aprovechan tanto los
estatistas como los populistas politiqueros para avanzar sus intereses
personales sin importarles, como es de esperar, las consecuencias trágicas que
su ambición, su necedad o sus problemas de ego acarrean al resto, sobre todo
cuando estos tienen el poder de imponer sus caprichos a los demás o han logrado
cautivar a ingenuos que, por no hacer el esfuerzo mental por aclararse las
ideas, son presas fáciles de aquellos que los van a manipular por medio de las
emociones.
Es de vital importancia para
todos (aún aquellos a quienes no les interesa aprender) reconocer que la única
manera de detener el proceso de franco
deterioro en el cual se encuentra la calidad de vida de muchos, es
despertando a la mayoría que ha sido embaucada, o que se engaña sí misma, de la
pesadilla en la cual nos van a sumir a todos si no se preocupan por encontrar
el porqué de la situación actual, atreviéndose a buscar sus premisas y a cuestionarse
sobre la falsedad o verdad de estas a la luz de la evidencia.
Hay quienes piensan que
necesitamos tocar fondo (otra frase
coloquial común) para que la situación cambie radicalmente. Sin embargo, esta creencia
me genera ciertas dudas como, por ejemplo, ¿qué significa tocar fondo? ¿Cómo saber que efectivamente hemos tocado ese fondo? ¿Cuál es el sacrificio en vidas
humanas que ese tocar fondo
representa? ¿Existe un camino menos doloroso que el de la caída en picada en el
cual nos encontramos? Tal vez sí. El del honesto reconocimiento de que nos
hemos equivocado de camino, si acaso nuestro objetivo es el progreso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario