Los jefes supremos de la Superintendencia
de Administración Tributaria/Terrorista, apoyados por el Presidente Otto Pérez
Molina, ante la aparente inutilidad de los guerrilleros fiscales locales, en permanente
enfrentamiento con los creadores de riqueza, decidieron contratar refuerzos internacionales.
La mejor salida que han encontrado los voraces publicanos, incapaces de identificar su error, es contratar a un
grupo de asesores extranjeros: mercenarios a cargo de cumplir con la misión de ordeñar
hasta el último centavo posible a los casi
siervos pagadores de impuestos de Guatemala.
Los miembros del directorio
militar tributario, a cargo de tomar las decisiones estratégicas en la mencionada entidad, en lugar de reflexionar
sobre el porqué no llegan a sus metas de
recaudación, optaron por tirar la toalla en lo que respecta a la capacidad
de los elementos aborígenes (cual seguidores de la tesis asturiana) para
contactar a especímenes argentinos que, al parecer, cuentan con dotes
superiores a las de aquellos originales de estas eternas tierras poco
virginales. ¡Ah! Y poco acogedoras al capital necesario para transformar los
recursos en bienes y servicios que permitan la mejora constante en la calidad de
vida de todos aquellos que se han ganado el pan diario de cada día.
La poca visión de largo plazo de
quienes hoy tienen el poder de decidir sobre nuestras vidas y nuestras
posesiones, los lleva a creer que el fracaso de sus políticas es a causa de la
gente que está a cargo de llevarlas a cabo, en vez de reconocer que el origen
del error se encuentra en las mismas políticas que han adoptado. Una de las
peores decisiones que tomó Pérez Molina, servilmente apoyado por la mayoría de
diputados actuales, fue aprobar la llamada actualización
tributaria, más conocida como la puñalada
fiscal, que lo único que logró es obstaculizar aún más el progreso en
nuestro país.
Sin embargo, lo importante no es
solo lo que los gobernantes logren expoliar a los mandantes (o sea a nosotros
los ciudadanos), sino cómo gastan lo que ya logran recaudar. Usted que como yo
pagamos impuestos bajo amenaza de cárcel si no lo hacemos, ¿se siente seguro en
Guatemala? ¿Circula la mayoría del tiempo con la tranquilidad de que nada le va
a pasar a usted y a sus seres queridos? ¿Considera que su vida, su libertad y
su propiedad no serán violentadas por cualquier antisocial? Y si acaso en
alguna ocasión alguien violó sus derechos, ¿fue compensado por el delincuente o
el criminal responsable de hacerlo? ¿Confía en que si mañana lo violentaran o
le hicieran daño a un familiar o amigo se haría justicia?
Si algo aumenta año con año,
independientemente de las condiciones en las cuales vivimos el resto, es el
dinero que los gobernantes logran extraer de nuestros bolsillos. Tal vez no se
llega a la cantidad que ellos ambicionan, pero que nos exprimen más día con día
es innegable. ¿Y de qué ha servido? ¿Quiénes se han beneficiado de su trabajo, de
su riesgo, de su esfuerzo? ¿Para qué paga impuestos?
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