4.21.2014

¿Qué más puedo hacer?



Es la pregunta que me hago casi todos los días por la mañana cuando leo los diarios. ¿Qué más puedo hacer para que cambien, para bien de todos, las condiciones en las cuales estamos viviendo? El estado actual de las cosas en mi país, como en gran parte del mundo es complicado, difícil, trágico para muchos. En algunos lugares más que en otros. Y hay pueblos, como el mío, que caminan por una ruta que nos lleva a una catástrofe de proporciones mayores a la que vivimos hoy.

Robos. Fraudes. Chantajes. Violaciones. Secuestros. Asesinatos… El pan nuestro de cada día que envenena el alma del ingenuo y angustia el espíritu del optimista. A lo anterior podemos sumar la indignación que provoca el abuso del poder de los gobernantes, las denuncias constantes de corrupción, las mentiras descaradas que nos escupen a la cara creyendo que somos todos tan tontos que nos las vamos a tragar sin chistar.

Hasta los burócratas de las organizaciones internacionales, en gran parte responsables de los problemas que hoy enfrentamos, reconocen las miserias en las cuales vivimos y que, para colmo de males, hay pocas posibilidades de crecimiento económico. Léase: es muy poco probable que mejore la calidad de vida de la gente honesta, trabajadora, respetuosa y productiva. Porque, por supuesto, los corruptos que gobiernan en la mayoría de países latinoamericanos, y el resto del planeta, seguirán acumulando fortunas a costa de nosotros.

Al final, llego a la conclusión de que solo vamos a ganar esta batalla si más personas, con las ideas claras, se involucran en la batalla de las ideas. Y en este caso, lo único que puedo hacer por usted en el proceso de aclararse las ideas, es invitarlo a pensar usando su razón (reconociendo la realidad), a identificar las raíces de sus juicios (y, sobre todo, los prejuicios), encontrar las premisas falsas y atreverse a cambiarlas. Como se dio cuenta, la tarea principal en el ámbito intelectual SÓLO la podemos llevar a cabo nosotros mismos quienes, además, somos los principales beneficiarios de ese cambio. No se dejen engañar por la deshonestidad intelectual de aquellos que son solo pura pose y es poco su deseo de buscar la verdad.

Por cierto, el problema no es la falta de valores. Todo ser humano necesita valorar para vivir. El problema es la escala de valores de algunos y la falta de virtudes de otros. Espero que en este siglo predomine el uso de la razón. Que la mayoría de seres humanos opten por reconocer la realidad y se dejen de engañar a sí mismos. Solo así dejaran de ser engañados por otros.

Como dijo el filósofo Leonard Peikoff: “Salvar el mundo es la cosa más sencilla que hay. Lo único que uno tiene que hacer es pensar”. Entonces, ¿por qué es tan difícil que la mayoría lo entienda? ¿Será porque es cierto lo expresado por el artista español Alberto Corazón? “La mediocridad se ha convertido en valor de reconocimiento cultural, político y económico”. Espero que no sea así.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de abril de 2014. La imagen la bajé de la Internet.

1 comentario:

  1. Mientras leía su artículo, venía a mi mente, que ahora uno camina en la calle, y todos nos vemos con desconfianza. Ya no existe la LIBERTAD, y el poder sonreír, quizá a un extraño, saludar (por educación) y tratar la manera quizá, de entablar una conversación. Por otro lado, la mediocridad ha sido llevada hasta un límite en Guatemala, y en mi opinión la mediocridad, tiene su origen en la falta de educación, y ésta, en la FALTA DEL GUSTO, HABITO POR LA LECTURA Y la FALTA DE AMOR AL CONOCIMIENTO. Pero, hay algo que me da duda, las personas en no poseen la voluntad de leer, ni de aprender de filosofía, de psicología, ética, etc. entonces, no podemos obligar, a que lean y que logren una racionalidad. En Europa, la mayoría de personas poseen el habito de lectura, como en Estados Unidos, ¿Cómo lograrlo en Guatemala?

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