Hace unas semanas escuché a la viceministra de Finanzas,
María Castro, tratar de justificar falazmente el Presupuesto de malgasto y despilfarro de los gobernantes
propuesto para el año 2014. Como es conocido, gran parte de nuestros impuestos están
destinados a pagar los sueldos de quienes ¿trabajan? en el aparato estatal, y abonar a la deuda adquirida por los gobernantes.
Fue lamentable escuchar al entrevistador justificar lo anterior como un
compromiso del Estado que no admite
discusión. Por supuesto, es fácil mantener esta posición cuando el dinero para cumplir
tales compromisos sale del bolsillo
de otros.
Si no alcanza lo recaudado, entonces ¿por qué siguen
aumentando el número de burócratas, creando nuevos Ministerios, más secretarías
y otros entes que van a necesitar
personal para hacer quién sabe qué? ¿Acaso beneficia esa estructura a los obligados a mantenerla? ¿O es solo para alimentar al voraz clientelismo político? ¿Para acomodar a familiares, amigos y
miembros del partido? Bien dijo George Orwell: "El lenguaje político está
diseñado para hacer que las mentiras parezcan verdades y el asesinato
respetable".
El mismo argumento es aplicable a la mal llamada deuda pública. ¿Por qué siguen
comprometiendo al tributario adquiriendo más préstamos que no contribuyen en
nada a al progreso sostenido en el largo plazo de los habitantes de nuestro
país? Cada vez más parece que trabajamos primordialmente para pagar las deudas
y las necesidades de otros. “Mientras más gasta el gobierno, menos puede gastar
el ciudadano. Las obras públicas no se hacen con el poder milagroso de una
varita mágica. Son pagadas con fondos arrancados a los ciudadanos”, Ludwig von
Mises.
Otro ejemplo de la mente servil que suele tener un
burócrata, es la respuesta que dio Carlos Vega, analista de ASIES, a una de las preguntas que le hicieron en la
entrevista publicada el sábado 28 de septiembre en Prensa Libre: “En todo el
mundo todo está registrado. No sé por qué los celulares no estaban registrados
aquí”. Un ejemplo de lo dicho por Lew Rockwell: “No es una coincidencia que los
Estados deseen educar a los niños. La
educación del Estado, por su parte,
se supone que es evidencia de la bondad
del Estado y su preocupación por nuestro bienestar. La explicación real es menos
halagadora. Si la propaganda del gobierno puede echar raíces mientras los niños
crecen, los niños no serán una amenaza para el aparato estatal. Ellos sujetaran
las cadenas a sus propios tobillos”.
Quien no se atreve a razonar, a buscar sus premisas y
contrastarlas con la realidad para determinar si estas son verdaderas o falsas
es esclavo de quienes piensan por él, sin importar si es el vecino, el
gobernante o el resentido líder social.
Quien no se atreve a cuestionarse a sí mismo, termina siendo como aquellos a
quienes sigue como borrego. No es solo la ignorancia de la gente la principal
causa por la cual los poderosos hacen lo que se les antoje: también lo es la
ciega obediencia a preceptos falsos.
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