Según el Diccionario de la Rial Epidemia de Pelmazos,
en su primera y única acepción (por el momento) Pérezaso significa: “Nombre masculino del intento de Otto Pérez
Molina de darse a sí mismo, en el ejercicio del poder, una especie de golpe de
Estado, interviniendo a la
Superintendencia de Administración Terrorista/Tributaria (SAT) y a varias de las
aduanas a su cargo”.
La definición anterior no incluye todas las decisiones
equivocadas que ha tomado el mencionado desde su llegada a la Presidencia del
Organismo Ejecutivo de Guatemala, comenzando por el origen de sus problemas
actuales: la puñalada fiscal que propinó
por la espalda al habitante productivo, respetuoso y emprendedor del país; a
quien había ofrecido que no iba a aumentar los impuestos ni a adquirir más
deuda. Tampoco hace mención al negoción
¿López o Pérez? de los chalecos anaranjados.
Es probable que la maña de adquirir más poder usando la
fuerza y violentando las normas constitucionales la haya aprendido cuando fungió
como jefe de los servicios de inteligencia del Ejército en la Dirección de
Inteligencia Militar (G2), durante el gobierno de Jorge Serrano Elías. Sin
embargo, ante la frustrada tentativa de este último de disolver el Congreso de
la ¿República? de Guatemala, Pérez
Molina optó por golpearse a sí mismo.
Informo a mis lectores que en el objetivo de golpearse el Presidente salió exitoso: fue casi unánimemente aporreado
por la crítica ciudadana y la de connotados abogados constitucionales que
coincidieron en que la pretensión de Pérez Molina es contraria a lo que ordena
nuestra Constitución. La que, por cierto, ya intentó cambiar en una ocasión.
Otra de las batallas perdidas del otrora ¿glorioso? General.
A pesar de la oposición a la intervención hasta del propio Directorio
de la SAT, Pérez Molina decidió continuar con un proyecto que, como tantos otros
de su gobierno, nace muerto. Los únicos que parecen apoyarlo son algunos grupos
de presión que quieren asegurar (y en algunos casos fortalecer) sus privilegios
mercantilistas, y los miembros de su gabinete
que de nuevo mostraron lo bien que les queda la segunda acepción de este
“nombre masculino” según lo define el DRAE: “Conjunto de muebles…”.
Quedan varias preguntas que aún no han sido contestadas a
cabalidad. Por ejemplo, ¿qué gana el Presidente interviniendo dependencias
gubernamentales que están bajo su mando? ¿Por qué nombrar como interventores de
los mencionados entes a quienes ocupan actualmente en estos los cargos de mayor
autoridad? ¿A cuáles mafias pretende combatir: a las que llevan años
extorsionando o a las de reciente creación?
El periodista mexicano Jorge Zepeda Patterson declaró que
teme más al déspota con poder político que a un narco molesto o frustrado por
una nota periodística. ¿Será que estamos llegando nosotros a una situación
similar? Al final, lo que sí está claro es que Otto Pérez Molina lo que desea
es adquirir más poder arbitrario y discrecional. ¿Cómo lo vamos a detener?
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