5.14.2012

La turba lo mató




¡Agarren a la turba! Es la responsable del crimen. La turba lo persiguió. La turba lo atrapó. La turba lo vapuleó. La turba lo roció con gasolina. La turba le prendió fuego. La turba lo mató. La culpable, sin lugar a dudas, es la turba. Ahora, ¿quién es la turba? ¿Será mi padre? ¿Será mi madre? ¿Será mi hermano, mi hermana? ¿Será mi esposo, mi esposa? ¿Será mi amigo, mi amiga? ¿Será mi hijo, mi hija? ¿Será mi vecino, mi vecina? ¿Será un conocido, un desconocido? ¿Será el muerto? ¿Seré yo?

¿Por qué lo mató la turba? ¿Qué delito cometió? ¿Quién lo acusó frente a la turba? ¿Para qué lo acuso? ¿Cuál fue la evidencia que llevó a la turba a concluir que debía aplicar la ¡tan cuestionada! pena de muerte? ¿Quién dictaminó el castigo? ¿Quién es la turba? ¿Será la angustia de la creciente incertidumbre? ¿Será la falta de justicia? ¿Será el cansancio del abuso constante? ¿Será la mentira recurrente del gobernante? ¿Será la desesperanza del cambio que no llega? ¿Será la facilidad con que la mayoría es manipulada?

¿Para qué lo mató la turba? ¿Para aliviar su cólera? ¿Para enmendar el desagravio? ¿Para descargar su frustración? ¿Por desencanto generalizado? ¿Por la necesidad de alguien que le pague lo que otro le debe? ¿Quién le debe a la turba? ¿Qué le debe ese alguien a la turba? ¿Puede la turba cobrarle a ese alguien? ¿Sabe la turba, a ciencia cierta, por qué está molesta?

¿Quién puede calmar a la turba? ¿Cómo se puede llevar la paz a la turba? ¿Cómo juzgar a la turba? ¿A qué criminal esconde la turba? ¿Qué esconde la turba? ¿Qué muestra la turba? ¿Podemos con la turba? ¡Qué responda la turba!

A la turba le fascina el fuego. La turba quemó al hombre. La turba quemó el vehículo. La turba quemó la casa. La turba robó el almacén. La turba violó a la niña. La turba secuestró al policía. La turba insultó al paisano. La turba se coronó reina del pueblo. La última palabra es suya: que muera el acusado, que prevalezca el caos. La turba es la más peligrosa asesina en serie que jamás haya conocido. También la más temida de los verdugos.



La turba quiere festejar su éxito. La turba quiere alzar su vaso y acabar con el espíritu fermentado de la bebida elegida. El alcohol enciende el espíritu de la turba. La gasolina lo calma por un breve instante. La turba no tiene límites. La turba no tiene rostro. La turba es culpable pero inimputable. La turba es irresponsable. La turba es todo aquel cobarde que huye de sí mismo. El acusado ante la turba no tiene escape ni defensa.

La turba gobierna dentro de un Estado de Hecho, ajeno al Derecho. Desconoce las leyes. No entiende la importancia del respeto al debido proceso. No confía en los tribunales, talvez con razón. ¿Por qué la turba actúa a su antojo sin pagar las consecuencias de sus acciones? La turba es una realidad que pone en peligro la vida de todos. ¿Quién será el próximo muerto por la turba? La turba, la asesina en serie imparable.


El presente artículo fue publicado el lunes 14 de mayo de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La fotografía es de Aroldo Marroquín, y fue publicada en Prensa Libre el 8 de enero de 2011.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario