Hoy pensé en el himno nacional de
Guatemala, que en una estrofa reza: “Libre al viento tu hermosa bandera”. Pensé
que más allá del juicio de valor en lo que respecta al símbolo patrio que
menciona el autor del canto a mi nación, lo que sería verdaderamente hermoso es
que los libres fuéramos nosotros: todos los hombres y las mujeres del planeta.
Quisiera que todos valoráramos y cuidáramos tan preciado bien: condición sine
qua non para quienes queremos vivir en sociedad, vivir en paz y vivir felices.
Enfatizo que esa libertad debe
ser vivida enfrentando a los vientos que intentan llevarnos
en dirección contraria a la que nosotros hemos elegido. Saber quién queremos
ser y cómo queremos vivir nuestra vida única e irrepetible, nos da la fortaleza
de plantarnos firmemente frente a cualquiera que intente parar nuestro camino o
que pretenda decidir por nosotros qué hacer con nuestra propiedad primigenia:
nuestra propia existencia.
Soy
objetiva, amo vivir en libertad y reconociendo la realidad. No vivo de
fantasías ni invenciones humanas que pretenden liberarnos, sin éxito, de asumir nuestras responsabilidades. No
creo ni en el Estado dador de todas las cosas ni en seres divinos
sobrenaturales que se hacen cargo de
mis problemas. Creo en mí y en las personas que he elegido para compartir mi
vida. Creo en lo que puedo probar que existe.
Sin
embargo, como lectora empedernida que soy, suelo fantasear como lo hace la
mayoría cuando se sumerge en sus lecturas. En una de esas ocasiones, pensé en
cuáles serían los tres deseos que le pediría al genio de la botella si yo fuese
Aladino. Pensé que le pediría que desempolvara el sentido común, no
contradictorio, de las personas; que les quitara las telarañas que les impiden razonar
para hacer entrar en razón
al corazón; y que le eliminara el óxido a la capacidad de elegir de la
gente, óxido que les hace temer al ejercicio de la libertad individual por la
responsabilidad que esa decisión conlleva.
¿Por
qué no pedir, de una vez por todas, vivir en paz, dentro de un Estado de
Derecho donde todos seamos iguales ante la ley y se respeten la vida, la
libertad y la propiedad de todos, quitando los obstáculos de nuestra ruta
personal que nos lleva a la felicidad? Porque, para que ese ideal sea
sostenible en el largo plazo, para que no dependa de la caprichosa voluntad de
nadie, debe ser elegido por convencimiento: no debe ser impuesto.
Más que vivir en un Estado independiente, debemos aspirar a
ser libres. Entender qué significa ser libre. Abrazarnos a la Libertad con
todas nuestras fuerzas y pelear por ésta con toda nuestra inteligencia. Porque
de esa batalla, la batalla por nuestra libertad en concreto no en abstracto,
depende nuestro presente y nuestro futuro. Porque solo saliendo victoriosos de
ese enfrentamiento intelectual vamos a evitar que hoy y mañana se derrame más
sangre de inocentes. Pelear por un ideal más importante que la independencia nacional: pelear por nuestra
libertad individual.
Artículo publicado en el diario
guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 15 de septiembre de 2014. Las imágenes
que fueron utilizadas para el collage fueron tomadas por mí y por Alcy Martínez,
el sábado 31 de mayo de 2014, en la develación de “El Gigante de Cayalá” del escultor
Walter Peter.
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