No es la misma historia romántica
de La Bella y La Bestia. No es un cuento
de hadas europeo: es ante todo una realidad americana. Mucho menos es una novela
rosa con final feliz para todos, al estilo de la famosísima Corín Tellado, la
escritora española menos apreciada en los ambientes intelectuales pero, para la envidia de tantos, fue la amanuense que
más libros del popular género mencionado vendió en gran parte del siglo veinte.
Lejos está la hermosa región nuestra
de ser considerada bella, no porque
sus paisajes no merezcan tal adjetivo, sino por la desdichadas condiciones en
las cuales viven una enorme cantidad de sus habitantes. No existe por estos
lares armonía entre las partes con las partes y las partes con el todo. No
produce placer ver cómo a duras penas sobreviven algunos, mientras otros
acumulan cuantiosas fortunas a base de engaños, corrupción y privilegios. No,
tristemente Latinoamérica no es La Bella.
Del cuento citado han circulado
varias versiones. En mi opinión la mejor de estas es la original, escrita en
1740 por Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, aunque sé que la más conocida
es la adaptación de Jeanne Marie Leprince de Beaumont publicada en 1756. Ambas,
al igual que las obras clásicas (incluido El asno de oro de Apuleyo) en las
cuales se supone se inspiraron, las encuentran en Internet. Es una ironía que
algo similar puedo decir de la historia de amor/odio entre La Bestia y los emigrantes: existen muchísimas versiones, una por
cada hombre, una por cada mujer… que decidieron dejar su terruño a seguir
viviendo en este en condiciones miserables y sin esperanzas reales de mejorar. Antes
de convertirse en criminales prefirieron arriesgar su valor más preciado: su
propia vida. Y muchas de estas historias también las encontramos en los medios
virtuales, en las redes sociales, en las noticias diarias...
¡Cuántos coterráneos nuestros no
esperan montar a La Bestia para hacer
menos difícil su travesía en búsqueda del sueño de una vida mejor! En pos de una
situación diferente a la de la pesadilla latinoamericana en la que viven. Tal
vez el sueño no sea tan esplendido como se los han pintado o lo han imaginado.
Pero es seguro que, para la mayoría, será mejor que la realidad que enfrentan
día a día en la América latina ajena a la América inglesa de Estados Unidos.
Sin embargo, desde el 31 de marzo
pasado esa opción fue prohibida para aquellos que decidieron iniciar tan azaroso
viaje. Que corrían muchos riesgos y eran abusados en su marcha pocos lo cuestionan.
No obstante, cuán malas serán sus otras alternativas para que La Bestia sea la menos terrible de
todas. En fin, lo que no dudo es que miles seguirán optando por correr esos y
otros peligros antes de continuar viviendo dentro de los sistemas mixtos locales (estatistas,
intervencionistas) más cercanos al socialismo que al capitalismo, con contadas
excepciones (Chile y tal vez Perú). En resumen, los Estados Benefactores,
mercantilistas que predominan en La Bella
Latinoamérica.
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