El Ministro de Gobernación,
Mauricio López Bonilla, anunció la semana pasada que piensa adquirir por excepción equipamiento policial, el cual incluye equipo
táctico, antidisturbios, antitrauma,
uniformes y botas tipo comando con nuevo diseño y estilo, “lo que permitirá un
cambio de imagen y un mejor control de los agentes de la Policía Nacional Civil”.
La compra multimillonaria contempla, además, 90 mil uniformes con un chip incorporado que contiene la información
del oficial responsable del traje.
Vaya, ¡cuántas cosas que comentar
al respecto! Primero, recordar a mis lectores la conocida costumbre de López
Bonilla de gastar cualquier cantidad de millones de quetzales de los
tributarios casi sin ningún control. A su antojo y al costo que él quiera.
Sospechoso. Los medios más usados para facilitar la corrupción son los
fideicomisos y las compras por excepción. Por supuesto que la excusa para
recurrir a estos procedimientos será siempre la misma: la urgencia por adquirir
lo más pronto posible los bienes y/o los servicios necesarios para servir a los habitantes de Guatemala.
¡Si pues! ¿Quién les cree todavía?
Segundo, mencionar la agotada
estrategia de los gobernantes de turno que creen que con cambiar el color de
los uniformes de los policías va a cambiar la imagen de delincuentes que
tenemos de la mayoría de ellos: reputación que se han ganado justamente
formando parte de organizaciones criminales; violentando los derechos de las
personas a quienes, irónicamente, deberían proteger y no agredir; mostrando
cada vez que pueden su vulgaridad y, para finalizar, huyendo cobardemente
cuando de casualidad se topan con antisociales a quienes temen hasta el extremo
de orinarse en sus calzoncillos. Lo anterior no va a cambiar sólo porque
cambien el uniforme negro por uno azul.
Tercero, la obvia necesidad de
controlar a los agentes es un claro reconocimiento al hecho de que ni el mismo
Ministro confía en ellos lo que confirma lo aseverado por mí en el párrafo
anterior. Lo que me lleva a preguntarme, ¿por qué en lugar de crear una nueva
policía con los agentes que se gradúan cada año, insisten en integrarlos a un
ente corrompido hasta sus mismas entrañas? Bien dice el sabio refrán popular
que “una manzana podrida, pudre a las demás”. Y en el caso de la PNC,
reconociendo que existen unas pocas excepciones, la mayoría de frutos están más
que putrefactos. ¿A cuántos de los jóvenes recién graduados ya contaminaron?
Cuarto, si según López Bonilla va
a evitar que se roben los uniformes ¡insólito! y va a controlar a los policías con un chip,
¿funcionaría también con los ladrones comunes, con los violadores, con los
extorsionadores, con los secuestradores, con los asesinos, con los
narcotraficantes…? ¿Con los politiqueros? ¿Con los gobernantes y los
funcionarios corruptos? A lo mejor logra que se cree un Registro de Antisociales y que estos carguen su DCI: documento
criminal de identificación. ¿Por qué no? Sería algo creíble en el fantasioso
mundo del partido gobernante.
Artículo publicado en el diario
guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 26 de mayo de 2014. La imagen la bajé de la Internet.
Etiquetas: corrupción, criminalidad, delincuencia, Mauricio López Bonilla, PNC, Policía
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