Una de las
batallas humanas más importante, clave para el progreso de todos, es la batalla
entre los creadores y los saqueadores, la cual nos toca pelear permanentemente.
Este enfrentamiento se remonta al inicio del tiempo del homo sapiens, miles de años atrás cuando los creadores originales
se toparon con los saqueadores ancestrales. Cuando nuestros antepasados
descubrieron la razón: la facultad que nos permite identificar la realidad. El
tiempo en el cual un grupo de cromañones decidieron convivir para alcanzar sus
objetivos. Los creadores, ocupados trabajando y produciendo con el propósito de
vivir mejor. Los saqueadores, al acecho de los creadores para quitarles a la
fuerza lo que es legítimamente de ellos.
Gracias al
esfuerzo y la mente de quienes crean bienes y servicios valorados por otros en
todos los campos de la vida humana (empresarial, artístico, académico,
filosófico, social…), el hombre como especie ha logrado progresar, a pesar de
la carga que representan los parásitos y los antisociales que utilizan la
violencia para apoderarse de lo que es de los demás o impedir el desarrollo de
otros por simple envidia y un complejo de inferioridad generalmente oculto bajo
un manto de arrogancia seudointelectual.
Dentro de este
contexto, el enfrentamiento que decide el futuro de todos se da entre
empresarios y mercantilistas, injustamente confundidos por muchos que no
conocen la diferencia entre unos y otros. Una confusión conceptual que solo
favorece a aquellos que viven a costillas de los demás. Los empresarios, a
diferencia de los mercantilistas, han creado riqueza a partir de su propio
ingenio, esfuerzo y riesgo, compitiendo con otros SIN PRIVILEGIOS, como es el
caso de los mercantilistas. La pregunta clave para entender la diferencia es:
¿hiciste tu fortuna por medio del fraude? Si la respuesta es "NO",
entonces SÍ eres un empresario. De lo contrario, eres solo un saqueador más.
Los
mercantilistas acumulan fortuna, como lo hacen los gobernantes, expoliando a quienes
trabajan y crean. Los mercantilistas lo hacen por medio de privilegios que
buscan, entre otras cosas, eliminar la competencia. También lo hacen negociando con los gobernantes,
dividiéndose con quienes ejercen el poder el dinero recaudado por medio del
sistema impositivo. Es por eso que los políticos buscan convencer a los
ciudadanos que el abstracto Estado
les va a proveer todo aquello que necesiten en la vida: salud, educación,
recreación, seguro de desempleo (les pagan por no trabajar)… y todo lo que les
permita convencer al votante para llegar al ejercicio del poder. Es así como
surge el matrimonio indisoluble entre el Estado Benefactor y el Mercantilismo.
Hoy en Guatemala,
la batalla entre los empresarios y los mercantilistas es evidente. Apoyemos a
los empresarios. Que prevalezcan nuestros derechos individuales que son protegidos
por la Constitución, y no la ambición de los corruptos que nos gobiernan y sus socios mercantilistas.
Artículo
publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 28 de enero de
2013.
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