Era invitar a sus lectores a usar el llamado sentido común, que no es otra cosa que usar su razón a la hora de pensar y tomar las decisiones correctas para alcanzar una determinada meta: el progreso y la paz. No falsear la realidad ni dejarse engañar por utopías que prometen el cielo en la Tierra , fantasías que terminan convirtiendo nuestras vidas en un infierno. Suelen decir que el sentido común es el menos común de los sentidos. Pero no es cierto: todos podemos razonar. El problema es que no todos quieren hacerlo.
Lamentablemente, muchos renuncian a la característica que nos diferencia del resto de seres que pueblan el planeta. Desde los tiempos de Aristóteles fuimos definidos como el “animal racional”. Ahora, la primera y más importante decisión que hacemos es la de usar nuestra mencionada facultad, que ha sido denostada por siglos, para aclararnos las ideas: separar nuestras premisas falsas de las verdaderas, para actuar a partir de juicios válidos. Lo anterior hizo Muso a lo largo de su productiva existencia. Le dejo a él evidenciar lo anterior en lo que respecta al ejercicio del periodismo de opinión:
“Los siervos nunca han progresado. Solamente los hombres libres lo hacen… Para nuestros protectores nunca seremos adultos. Nunca tendremos buen juicio para velar por nuestros más íntimos y urgentes asuntos. Siempre seremos inmaduros, excepto para votar por ellos. Siempre necesitaremos su protección… las personas… deben ser dueñas de sí mismas, asumir sus costos y disfrutar de sus beneficios, y no sujetar su futuro a quienes pretenden ser sus amos; individuos, después de todo, también falibles e imperfectos”. En “Siervos o ciudadanos”, Prensa Libre, 16 de noviembre de 1997.
“… la cooperación enriquecedora y la seguridad jurídica exigen igualdad ante la ley, justicia predecible, mutua consideración, eficiencia en la asignación de recursos y mayor compasión por los menesterosos, que desaparece precisamente cuando el Gobierno anuncia que se encargará de ellos.” En “Si viviéramos en un mundo racional”, Prensa Libre, 30 de abril de 2000. “La discrecionalidad es la madre de la corrupción. Podemos observar en todos los países del mundo…que en el grado en que existe discrecionalidad, en ese mismo grado la corrupción se generaliza con el tiempo”. En “Erradicar la corrupción”, Prensa Libre, 1 de abril de 2002.
Celebro con mucha alegría la publicación del libro “Sentido Común”, el cual recopila varias de las columnas periodísticas de Manuel F. Ayau Cordón, escritas y publicadas durante los últimos cincuenta años. Medio siglo de conocimiento compartido por Muso, que hoy podemos tener al alcance de nuestras manos en una obra de consulta vital para aquellos que queremos vivir en condiciones diferentes. Vivir en esa sociedad que el autor soñó. Una sociedad de personas responsables que se esfuerzan por alcanzar sus fines propios. Una sociedad de personas libres de buscar su felicidad.
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