De los anteriores, una vez han caído, no se hace leña. Ni de Gloria, ni de Sandra, ni del roble hueco que cayó en el bosque. El último dejó de existir. Y las primeras tal vez acabaron con sus carreras políticas. Lo que no quiere decir que no van a intentar regresar al ejercicio del poder. Como otros, las hermanas Torres quedaron embriagadas de sus mieles y en el proceso perdieron de vista su destino y equivocaron el camino.
En lo personal, no uso a la hora de argumentar el adjetivo sin sustento, el insulto llano que no es otras cosa que una falacia ad hóminen, porque creo que no contribuye en nada a un objetivo que quisiera fuera compartido con muchos, con la mayoría, con todos.
Ese objetivo es el de lograr, haciendo el esfuerzo mental por aclararnos las ideas, separar las premisas falsas de nuestros juicios, de las premisas verdaderas, para poder tomar mejores decisiones y lograr el anhelo común de todos: SER FELICES. Noten el énfasis que pongo en el hecho de que el fin de toda persona es un verbo, no un sustantivo, parafraseando a Ricardo Arjona.
Por supuesto que de nadie más que de nosotros mismos depende alcanzarlo. Sin embargo, nos ayuda mucho el hecho de que vivamos dentro de un sistema de incentivos correctos, dentro de un Estado de Derecho y en el marco de una República real y no una de papel, tal es el caso de Guatemala. Una sociedad donde se respeta la vida, la libertad y la propiedad de todos. Donde aquellos antisociales que violenten cualquiera de los derechos listados, paguen las consecuencias de sus acciones y compensen a las víctimas de sus fechorías. Al fin, lo anterior es hacer justicia.
Por cierto, hoy quiero hacer justicia con esos miles de ciudadanos, los documentados (nacidos en el país) y los de facto aunque no sean reconocidos como ciudadanos (me refiero a los extranjeros que han elegido a Guatemala como su hogar), que se expresaron responsable y libremente en las semanas pasadas haciendo un valeroso llamado a los magistrados de la Corte de Constitucionalidad, para que dictaminaran en base a argumentos jurídicos y no intereses políticos, en lo que respecta a la solicitud de Sandra Torres de ser inscrita en esta contienda como candidata presidencial.
Lamento que los magistrados no hayan tenido la gallardía de condenar el intento de fraude de Ley. Probablemente se debió, como han especulado algunos, a las implicaciones penales que ese reconocimiento tendría. En fin, nunca sabremos a ciencia cierta por qué lo hicieron. Los motivos quedarán en el olvido de los memoriosos magistrados mencionados. No obstante, la resolución constitucional fue en muchos aspectos positiva. Comenzando por el hecho de que haya sido unánime.
Ahora, es importante que nos concentremos en las próximas semanas en lo trascendental: las elecciones del 11 de septiembre. La elección de los siguientes diputados al Congreso de, espero pronto, la República de Guatemala.
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