Controlitis
Hay muchos que sufren de una especie de deseo incontrolado de ordenar, controlar y planificar la vida de los demás. El principal peligro surge cuando los enfermos de controlitis aguda llegan al poder: las consecuencias de su patología interventora la pagamos nosotros, a quienes sus benefactoras majestades nos desarreglan la existencia a su antojo.
Hace algunas semanas, en una discusión académica, alguien mencionó que es de vital importancia regular los taxis, porque dentro de algunas de estas armas letales con ruedas (la ironía y las cursivas son mías), habían encontrado gente muerta. Pero, ¿acaso el crimen no fue matar al prójimo? ¿Habría que castigar al vehículo –pobre inocente máquina- o a aquel que cometió el crimen?
Es un grave error creer que el problema lo genera el servicio de transporte público o cualquier otro negocio. El crimen que se cometió dentro (o fuera) del vehículo se llama asesinato y, según sé, se encuentra regulado desde los tiempos inmemoriales de Moisés: “No matarás”. Se cometa dentro de un taxi, dentro de una limosina, dentro de una camioneta extraurbana o dentro de una SUV, el crimen es privar de la vida a un ser humano.
No es un crimen operar un vehículo cualquiera. Lo mismo aplica si el asesinato se comete en un prostíbulo, un taller mecánico o un penthouse en la zona 14. Y a nadie se le ocurriría promover una ley que prohíba los asesinatos en penthouses. ¿O sí?
Si queremos vivir en paz, bastan pocas normas generales: no matarás, no robarás, no secuestrarás, no violarás, no engañarás y no faltarás a la palabra empeñada en contratos libremente aceptados. Sin preferencia de lugar. Por supuesto, se incluyen aquellas actividades conexas que violentan la propiedad, la libertad y la vida de las personas. Lo que no está explícitamente prohibido a los ciudadanos, les está permitido.
Eso sí, ojalá se combatieran los crímenes de lesa humanidad que cometen con la excusa de proveernos bienestar. Para evitar esa situación, los mandatarios, sólo deben hacer lo les es explícitamente dictado: velar porque se respeten los principios básicos que aseguran la vida en sociedad. Estos principios impersonales, universales y abstractos deben gobernar, y no la voluntad de los políticos o de quienes, por medio de los primeros, pretenden imponer sus elecciones a los otros. Nada más. De lo contrario, los primeros violadores de los derechos individuales seguirán siendo, paradójicamente, los gobernantes.
Articulo publicado en el diario guatemalteco "Siglo Veintiuno" el lunes 6 de noviembre de 2006.
1 Comments:
LO PEOR DE TODO!!! A RAIZ DE LO DEL G&T (y de muchos otros factores, se quieren meter a regular nuestros "geniales" diputados el INTERNET. Monitoreos, intervenciones, censuras, bloqueos... Con lo bien que ibamos en este tema que sí nos puede sacar del hoyo sin tener que repartir tierra en macetitas... El gobierno no debe meter sus narices donde no lo llaman...
By Renata Avila, at 12:42 p.m.
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