Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

1.30.2017

Trump, ¿manipulador o fanfarrón?



O ambas cosas, entre muchas más. El tiempo lo dirá. A pesar de lo sensacionalistas y arbitrarias de algunas de las medidas adoptadas por el nuevo Presidente de EE.UU., considero que aún es demasiado pronto para pronosticar qué va pasar durante los cuatro años de gobierno de Donald Trump. Lo que sí puedo asegurar a la fecha, es que Trump logró acaparar la atención de la mayor parte del mundo con apenas unos días en el ejercicio del poder. Y logró que la mayoría de analistas reconocieran que “ha sido coherente y está cumpliendo sus promesas de campaña”. Ahora, que esas promesas supuestamente cumplidas prosperen en el largo plazo no depende del Presidente: la última palabra la tendrán el Congreso y la Corte Suprema de Justicia.

Sin embargo, ya ante sus votantes, Trump cumplió, según lo repetido por muchísimos expertos tanto en EE.UU. como en el resto de países del mundo. Como dijo Joseph Goebbels: “Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”. Y, como el mismo Trump enseña en su libro “The art of the deal” (1987), a la hora de negociar es importante el bluff: alardear para que la contraparte ceda. En fin, lo crucial es que aunque después las instituciones republicanas se traigan abajo algunas de las locuras ejecutadas por Trump, ya este logró lo que quería: un reconocimiento público de que sí cumple lo que dice.

Pienso, sin dejarme llevar por la emoción generalizada, que las preguntas que debemos hacernos son las siguientes: ¿Puede Trump aumentar los aranceles o terminar tratados de comercio internacionales sin autorización del Congreso de EE.UU.? ¿Es cierto que le declaró la guerra a los inmigrantes? ¿Es factible el muro? ¿Es el muro una distracción? ¿Distracción de qué? ¿Por qué los inversionistas de todo el mundo que cotizan los mercados estadounidenses han reaccionado favorablemente a los primeros días de gobierno de Trump? ¿Por qué el Dow Jones alcanzó marcas históricas?

Como reza la Constitución estadounidense en la 4ta sección del Artículo IV: “Los Estados Unidos garantizarán a todo Estado comprendido en esta  Unión una Forma Republicana de Gobierno”. Así que repito lo expresado en mi artículo “Trump y la República”, publicado el 14 de noviembre de 2016: “para el bienestar de todos, Estados Unidos continúa siendo, primordialmente, una República, basada en un sistema de pesos y contra pesos claramente definidos, una división territorial y normativa federal independiente del gobierno central, una declaración universal de respeto a los derechos individuales contenida en su Constitución, el compromiso con la igualdad de todos ante la Ley y el sometimiento al cumplimiento de esa Constitución asegurado por su control judicial (Judicial Review), una importante expresión del balance de poderes que sostiene la República estadounidense”.

Es una verdadera República la que protege a los ciudadanos de los abusos de poder de sus gobernantes, sin importar quiénes estos sean. Larga vida a la República.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 30 de enero de 2017.

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1.23.2017

El fulano estafador



El fulano estafador es una consecuencia más del sistema político de incentivos perversos que prevalece, en diferentes medidas, en la mayor parte del mundo. No creo que hasta hoy la mayoría pertenezcan a esta categoría pero, tristemente, son ya muchos los que han sucumbido al oficio de engañar como medio de vida y, si son buenos estafadores, lograr acumular enormes fortunas, gracias a la disposición con la que tantos se dejan engañar. Tantos, que se han acostumbrado a engañarse a sí mismos, por lo cual se convierten en presas fáciles de los fulanos estafadores.
                                                
Los fulanos estafadores que se dedican a la política, han logrado convencer a los incautos ciudadanos de sus países para que voten por ellos y les den el poder necesario para violentar los derechos individuales de la mayoría, en casi todos los casos los mismos que los apoyaron, bajo la falsa creencia de que una vez lleguen a la Presidencia de sus naciones, les van a quitar dinero a los ricos para dárselo a los pobres. Claro, a los pobres de sus parientes y amigos, los miembros del partido y todos aquellos que trabajaron con ellos durante el proceso del engaño y los oportunistas que estén de acuerdo en negociar con el gobierno, segmento al que pertenecen los miembros de los grupos de presión.

Este fraude constante, es el origen de ese sistema de incentivos perversos, más conocido como Estado Benefactor/Mercantilista. La principal consecuencia de la existencia de este sistema es la pérdida de la moralidad prudencial descrita por Aristóteles en su célebre “Ética a Nicómaco” y mejorada por la creadora de la filosofía objetivista, Ayn Rand. Esa moral que nos enseña a no falsear la realidad, o sea, a practicar la virtud de la honestidad, al igual que la virtud de la racionalidad, la productividad y el orgullo que implica reconocer que somos aptos para ganarnos la vida honradamente, sin engañar o forzar a otros.

Sin embargo, en el estado actual de las cosas, muchas personas consideran “normal” el fraude, como es el caso de José Manuel Morales Marroquín, que falsificó documentos para apoyar a la madre de su exnovia a embaucar a los tributarios, tal y como lo declaró: “En ningún momento pensé que algo así pudiera llegar tan lejos. Realmente lo vi como algo que cualquier guatemalteco podría hacer…fui muy inocente a la hora de actuar, no obré queriendo defraudar a nadie. Simplemente fue algo que hice por querer ayudar”. (Prensa Libre, 20 de enero de 2017).

El caso de José Manuel Morales y su tío, Sammy Morales, es un caso del cual todos podemos aprender. Es un ejemplo del daño moral que ha hecho en nuestra sociedad un sistema político que castiga a los responsables, respetuosos y productivos, mientras premia a los delincuentes, vividores y oportunistas. Es un momento histórico en el cual debemos cuestionarnos a nosotros mismos y al resto de miembros de la sociedad, para que cambiemos radicalmente aquello que podemos y debemos cambiar: las normas que rigen nuestra convivencia, para que ¡al fin! podamos cooperar e intercambiar en paz.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 23 de enero de 2017.

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1.16.2017

El esperado mediocre año de Jimmy



Ya para hoy, son muchos los artículos y reportajes que han escrito otros sobre el primer año del gobierno de Jimmy Morales y el Partido FCN-Nación. Sobra la evidencia presentada a la fecha para sustentar la calificación que la mayoría de participantes en los sondeos le han dado a la actual administración. Una calificación que no pasa de 3 puntos, apoyada por más del 70 por ciento de los partícipes que en algunos casos superaron a las 1500 personas: un número razonable para permitirme asegurar que, independientemente de las ilusorias notas que le otorgaron los parientes al Presidente y la que él mismo se dio, la mayoría de los guatemaltecos están inconformes con el trabajo de Morales y de su equipo.

En lo que a mí respecta, no tenía esperanzas de que Morales fuera a ser diferente que el resto de gente que ha gobernado en las últimas décadas, incluidas las últimas dos del siglo veinte, ya que fue electo bajo el sistema de incentivos perversos que prevalece desde hace más de 70 años, el cual atrae a los peores representantes de nuestra sociedad. Por eso, en las elecciones pasadas, tal y como expliqué con detalle en varios escritos, voté nulo para Presidente. No obstante, coincido con los que insistieron en que la otra opción, Sandra Torres, era peor que la de votar por un cómico que ha mostrado que su verdadera vocación es la actuación. Ya que por lo visto, no tiene ni la menor idea de cuáles son las medidas necesarias para cambiar la miserable situación en la que vive la mayoría de los guatemaltecos.

Sus principales preocupaciones han sido viajar y, por supuesto, exprimir aún más a los agobiados empresarios y trabajadores del país. En lo poco que ha tenido un relativo éxito es en la campaña inquisitoria de la SAT que, con medidas bien llamadas terroristas, lograron superar la meta de expoliación del año pasado. Tal vez el ministro de Gobernación ha tenido algunos aciertos, pero estos se han visto opacados por la corrupción en la PNC y el aumento en las extorsiones y otros delitos, además del desastre que prevalece en el sistema penitenciario.

Muchos lo que sueñan es con encontrar un trabajo que les permita sobrevivir y/o mejorar su calidad de vida. Pero para la mayoría no pasará de ser un sueño, mientras que su vida real se asemeja más a una pesadilla, porque ¿cómo conseguir un empleo productivo en un país dónde se castiga a los emprendedores y se ahuyenta el capital? ¡Qué diferencia con otros lugares donde sí se respeta a los creadores de riqueza! Tal es el caso de Jeff Bezos (Amazon) que calcula crear en los próximos 18 meses 100 mil nuevos puestos, a pesar de la proyección de la OIT de que este año va aumentar el desempleo mundial. Ese es el engaño de las estadísticas y los promedios: en las sociedades que hay menos intervencionismo estatal y más se acercan al ideal capitalista, la gente prospera. En países como el nuestro, lo que avanzará será la pobreza. A menos de que ¡al fin! la mayoría entienda que el origen del problema está en el sistema.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 9 de enero de 2017.

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1.09.2017

Los "amos" del intervencionismo



Son aquellos que creen que sus elecciones son mejores que las nuestras, y por tanto deben imponernos sus valores y limitar nuestra libertad. En otras palabras, hacernos sus esclavos, en mayor o menor medida, pero esclavos. Cuán sujetos a la voluntad de estos amos estemos dependerá de cuánto intervengan en nuestras vidas. Es patético cuando esa intervención es voluntariamente aceptada, sin coerción legal, pero es detestable cuando es impuesta por medio de legislación antojadiza promovida por los politiqueros y los líderes de los grupos de presión.

Los amos del intervencionismo son aquellos que creen que el gobierno, en nombre del abstracto Estado, debe decidir qué podemos hacer con nuestras vidas. Consideran que son estos hombres con alma de dictador, los que deben decidir qué podemos comer, qué podemos beber, con quiénes nos podemos casar y hasta cuánto podemos disfrutar del fruto de nuestro esfuerzo. Ellos deciden a quiénes debemos ayudar, qué tipo de trabajo debemos hacer, cuántas horas y cuántos días podemos trabajar, qué música debemos escuchar, qué libros debemos leer…
                                                                                                                               
Los amos del intervencionismo pretenden que los otros vivamos sus vidas. ¿Será un problema de autoestima el que impulsa a esta gente a imponer sus elecciones personales a los demás? ¿Por qué no se dedican a vivir sus vidas y a cosechar los frutos de sus acciones, cualesquiera que estos sean? ¿Por qué necesitan que todos vivamos tal y como ellos creen que se debe vivir? ¿A qué temen quienes cuestionan las decisiones de los demás cuando estas decisiones no coinciden con las de ellos? Más aún, ¿cuándo las decisiones de los otros no violan sus derechos individuales?

Existen varios tipos de amos del intervencionismo. Desde los que resienten la riqueza y buena fortuna de otros, hasta los que maldicen las decisiones que otros se atreven a tomar en búsqueda de su felicidad, porque ellos no tienen la valentía de enfrentarse a sí mismos y elegir lo que los hace felices por encima de lo que los demás esperan de ellos. Les preocupa más la opinión de otros, que su interés propio.

La mayoría de los amos del intervencionismo son hipócritas. Rara vez cumplen con las imposiciones que reclaman para el resto de miembros de la sociedad. Les encanta repartir las posesiones de otros, y en la mayoría de los casos, los amos del intervencionismo, se quedan con una buena parte de la riqueza que dicen repartir. Dicen defender a la familia tradicional, los indigna la infidelidad, despotrican contra los homosexuales, pero… en secreto y con miedo al qué dirán, viven vidas ajenas a las que pregonan como las ideales.

Cuando alguien les señala como lo que son, dictadores, en lugar de argumentar recurren a falacias. Identifíquelos y señálelos. Defienda su derecho a decidir sobre su vida y sus bienes. Si se equivoca, asuma su responsabilidad y aprenda la lección. Piense por usted y busque lo que le es beneficioso. No se deje intimidar por los amos del intervencionismo.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 9 de enero de 2017.

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1.02.2017

2017



Recién terminamos otro año sidéreo, con todo y segundo extra agregado la medianoche del pasado 31 de diciembre. El tiempo orbital de nuestro planeta: el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta completa alrededor del Sol, la estrella regente del vecindario terrestre, de nuestro sistema planetario. Pero basta de tanto deambular por los astros, pongamos los pies en la tierra e intentemos pronosticar qué va a pasar en este nuevo ciclo que comenzó. El año del gallo para los chinos.

Será un año de aniversarios históricos trascendentales para la humanidad. El más importante de estos, es el centenario del triunfo de Vladimir Lenin y los bolcheviques en la Rusia zarista y la imposición durante más de 70 años de una dictadura comunista que causó la muerte de decenas de millones de personas. Costosa lección que ojalá sea recordada como debe ser: una de las más grandes tragedias que jamás se ha visto, y ojalá nunca jamás se intente de nuevo en el devenir humano.

El mismo 2017 trae consigo cambios políticos que, a principios del período, no me atrevo a decir con pleno conocimiento de causa si van a ser positivos o negativos en el largo plazo. Entre estos cambios, el primero es la toma de posesión del Donald Trump como el trigésimo sexto Presidente de Estados Unidos, lo que mantiene inquietos a muchos, en particular por miedo a que intente cumplir algunas de sus propuestas de campaña que, a mi parecer, traerían más problemas en el futuro. Sin embargo, considero que, desde que fue oficializado como ganador de la contienda, moderó su discurso y ha hecho varias buenas elecciones en lo que a su equipo de trabajo trata, lo que alimenta mis esperanzas de que en general los electores estadounidenses tomaron, dentro de las circunstancias específicas, la decisión correcta.

También habrá cambios políticos en Europa y Suramérica: tanto elecciones generales como legislativas. Se llevarán a cabo comicios en Alemania, Los Países Bajos, Francia, Chile, Argentina, Ecuador… Van a comenzar los procesos de salida del Reino Unido de la Unión Europea. Se comprobará si la negociación de paz en Siria ofrecida por el presidente ruso, Vladimir Putin, prospera y se convierte en realidad. En fin, en casi todas partes del mundo se esperan acontecimientos que pueden llegar a ser significativos para el progreso de nuestra especie.

Muchos de los hechos que menciono, y muchos otros que no comento hoy, sin duda van a afectar la vida de los guatemaltecos, además de los propios retos que tendremos que enfrentar localmente. Entre estos, el más peligroso es la amenaza del Presidente del Ejecutivo, Jimmy Morales, y el ministro de Finanzas, Julio Héctor Estrada, de un nuevo paquetazo tributario que, por lo que se conoce a la fecha, es más de lo mismo: más impuestos para la gente productiva, más poder a los terroristas fiscales de la SAT y más obstáculos a la inversión en nuestro país.

Será un año interesante. No se vaya a distraer en nimiedades: está en juego su futuro y el de sus seres queridos.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el martes 3 de enero de 2017.

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