Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

4.27.2015

Los "extremos" de "La Línea"



¿Quiénes se encuentran en los extremos de la mafia estatal de La Línea? Un lado es obvio: Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, sin importar lo que digan Iván Velásquez de la CICIG y los fiscales del Ministerio Público. Por cierto, ¿qué piensan aquellos que abogan por la CICIG de que el comisionado de esta organización salga en los anuncios del gobierno apoyando a Pérez Molina? ¿Van a exigirle a Velásquez que dé a conocer la información que tiene de los delitos del Presidente y la Vicepresidente?

Ahora, en el otro extremo ¿quiénes están? ¿Es una sola clase de gente o podemos identificar varias categorías? Pensemos: los miembros del citado grupo criminal gozaban del uso monopólico legal de la fuerza por ser parte del gobierno. Un poder casi ilimitado que lamentablemente les han otorgado a los burócratas todos aquellos que se autoengañan creyendo en las falsas promesas de que el abstracto Estado les va a satisfacer sus necesidades y deseos con solo tronar los dedos.

Por supuesto, antes de alcanzar el paraíso en la tierra, deben votar por el que más cosas ofrezca y permitir que se apruebe la legislación necesaria para que supuestamente cumpla con lo ofrecido. Muy pícaros pueden ser algunos miembros de la llamada iniciativa privada, pero sin ESE poder que gozan los gobernantes NUNCA podrían salirse con la suya por más que intentaran comprar a los ángeles caídos del cielo que suelen llegar al ejercicio del poder dentro del sistema intervencionista en el cual vivimos.

Los gobernantes usan ese poder para amenazar a las personas productivas en Guatemala: por ejemplo, nos amenazan con la cárcel si justamente nos negamos a pagar impuestos, los cuales suelen terminar en los bolsillos de los corruptos. ¿También utilizan el poder para extorsionar a quienes importan bienes de otros países? Sí: conozco muchos casos de verdaderos empresarios que han sido extorsionados en las aduanas y han sido obligados a decidir entre cerrar su negocio o ceder a la extorsión. ¿Acaso es lo mismo pactar con un corrupto para hacer tratos sucios que ser extorsionado por quienes ostentan el poder?

En el otro extremo hay cómplices de los corruptos que gobiernan, incluyendo narcotraficantes, hecho que ha sido denunciado por varios medios durante años. Pero la mayoría de los afectados son empresarios que con mucho esfuerzo hacen malabares con tal de seguir produciendo y creando riqueza y fuentes de trabajo para otros. Es injusto que a ellos que son las principales víctimas de los criminales que integran no solo la mafia de La Línea, si no todas las otras pandillas que operan en la SAT y las aduanas, se les acuse de ser compinches de quienes los han extorsionado.

Algunos analistas considerarán cool y que los hace populares atacar a los menospreciados empresarios. Es políticamente correcto. Pero a mí me parece una acción miserable. Invito a quienes son intelectualmente honestos a reflexionar sobre esos otros, y no confundir a los oportunistas con aquellos que son víctimas del abuso del poder.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 27 de abril de 2015.

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4.20.2015

CICIG y SAT: corrupción y extorsión



Antes de cualquier otro comentario, quiero expresar mi alegría al saber que ¡finalmente! parece que se van a perseguir a los miembros más importantes de la mafia estatal que actualmente extorsiona a quienes intentan comercializar con personas o empresas cuyas operaciones se encuentran más allá de nuestras fronteras. Una red de corruptos que se han aprovechado del poder casi ilimitado que, lamentablemente, les han entregado a los gobernantes aquellos que han caído en la trampa del Estado Benefactor/Mercantilista.

Sin embargo, coincido con quienes han hecho ver que los capturados apenas representan la punta del iceberg: una pequeña mancha al tigre. Espero que la valiente acción dirigida por la Fiscal General, Thelma Aldana, sea sólo el principio de una estrategia que también lleve a la cárcel, y obligue a devolver lo que han robado, a los meros mandamases de la pandilla: al presidente Otto Pérez Molina y la vicepresidente Roxana Baldetti. De ser posible, que se juzgue a funcionarios de gobiernos anteriores, incluidos presidentes y demás miembros de sus respectivos gabinetes.

Ahora, me surgen varias dudas en lo que respecta a la operación planificada por el MP, apoyado por la CICIG. Primero, es vox populi desde hace años que al frente de esta organización de criminales está la mismísima vicepresidente, Roxana Baldetti. ¿Por qué no aparece entre los señalados? ¿Cuándo inicia el proceso de antejuicio para presentarla ante la justicia? Conociendo la cercanía de la mencionada con el Presidente, Otto Pérez Molina, ¿está también él bajo investigación? ¿Cuándo vamos a tener más información en lo que respecta a los responsables del Organismo Ejecutivo? Porque, espero que no pretendan los funcionarios del gobierno, del MP y la CICIG vernos la cara de tontos y crean que nos vamos a tragar el cuento de que Pérez Molina y Baldetti no sabían nada de lo que hacían los tipos que ellos mismos pusieron al frente de la SAT y las aduanas. No se diga el caso de Juan Carlos Monzón que ocupa el cargo de Secretario PRIVADO de Baldetti.

Por cierto, llama mi atención el que hayan aprovechado a llevar a cabo este operativo precisamente cuando Monzón se encuentra fuera de Guatemala. Él y Baldetti. Total, ya han esperado tantos años para apresarlos que unos días más no eran trascendentales. ¿Por qué hacen las capturas cuando el supuesto cabecilla está de viaje en el exterior? No tiene sentido, a menos que el rumor, cada vez más fuerte, de que los señores de la CICIG negociaron la impunidad de los mencionados a cambio de que se renueve, nuevamente, su inconstitucional mandato.

Si acaso en los próximos días no empiezan las acciones en contra de los jefes de los capturados, sin lugar a duda y lamentablemente, confirmaré mi sospecha externada en el párrafo anterior, apoyada por la explicación que circula a sotto voce, a nivel nacional e internacional, de que este espectáculo tuvo como objetivo asegurarle el trabajo a los burócratas de la CICIG por unos años más.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 20 de abril de 2015.

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4.13.2015

Terrorismo gubernamental



Terror solo pueden infundirlo quienes tienen el poder de hacer daño: que poseen las herramientas necesarias para violentar la vida, la libertad o la propiedad de otros. Lo pueden hacer las bandas terroristas propiamente hablando aunque suene redundante, tal es el caso de los grupos guerrilleros y los fundamentalistas armados de cualquier índole como lo son el Estado Islámico y Boko Haram. También lo pueden provocar las organizaciones criminales de los narcotraficantes y los mareros. Y, finalmente, los gobiernos totalitarios y dictatoriales. Sin embargo, gracias al avance tecnológico, hoy los ciudadanos nos podemos defender, al menos de estos últimos, denunciando atropellos y abusos del poder, lo que ha llevado a los mencionados a intentar confundir a la gente utilizando anticonceptos como el incoherente terrorismo mediático.

Un señor de nombre Alfredo Oliva que escribe en una página que defiende a la dictadura venezolana (Aporrea), intenta definir el terrorismo mediático como: “El protocolo o acción previamente diseñada en la que se utilizan los medios de comunicación nacionales e internacionales (prensa, radio, televisión, cine, Internet, redes sociales, celulares, vallas, etc.) para crear atmósferas y/o sembrar miedo, odio y terror en la población con el propósito de desestabilizar y/o derrocar gobiernos, destruir su economía, destruir liderazgos, horadar apoyos populares, provocar confrontaciones violentas entre la población, guerras civiles, etcétera”. Casi solo le faltó agregar a la lista de barbaridades el cambio climático.

Según el citado analista de medios, como lo identifica el noticiario “teleSUR”, todo aquel que cuestiona a los gobernantes, en particular a Nicolás Maduro y a quienes representan al socialismo del siglo veintiuno (sea un periodista o cualquier ciudadano), ejerce el tal terrorismo mediático. El susodicho propone que es una especie de conspiración masiva en la cual, de alguna manera que no se puede explicar, criticamos a los gobernantes porque acordamos derrocarlos.

Además, supone que los que participan en la conjuración son muy bien remunerados por gobiernos imperialistas y los mercantilistas: “Los medios de comunicación que participan en un ataque de terrorismo mediático conjugan, comparten objetivos e intereses políticos, económicos y bélicos… con las fuerzas retrógradas locales y foráneas que intentan desestabilizar y/o derrocar un gobierno, destruir su economía, etcétera”. Ni Pinky y Cerebro podrían complotar de mejor manera. Todo lo anterior, por supuesto, para justificar la violencia terrorista de los dictadores: “El gobierno venezolano tiene todo el derecho y obligación a defenderse”.

Escribir artículos ad hominem y/o falaces no es lo mismo que ejercer el dominio por medio del terror. No se deje engañar: detrás de todo este absurdo discurso lo que hay es un nuevo intento por acabar con la libertad de expresión, necesaria para la defensa de nuestros derechos individuales.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 13 de abril de 2015.

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4.06.2015

El hábito de la justicia



El clamor por justicia es sin duda el reclamo humano que hoy más solemos escuchar en todos lados. Sin embargo, ¿conocemos el significado del término justicia? ¿Sabemos qué significa ser justos? ¿Practicamos este necesario hábito para alcanzar nuestros valores y convivir en armonía con los demás?

Ayn Rand consideraba la justicia como una necesidad práctica para la vida humana. Siempre hay que juzgar a los otros porque “no se puede falsificar el carácter de los hombres, así como no se puede falsificar el carácter de la naturaleza”. Tratar a los demás como lo merecen a partir de una evaluación racional y objetiva de su carácter y acciones es respetar la ley de la causalidad. “Una recompensa es un valor dado en reconocimiento de la virtud o logro de una persona; un castigo es un desvalor pagado por un vicio o una culpa”.

La justicia es la aplicación de la virtud de la racionalidad al proceso de evaluar y tratar según esa evaluación a los otros. Es la virtud de juzgar objetivamente el carácter y la conducta de otra persona y actuar de acuerdo a dicho juicio, dándole aquello que se merece. Es interpretar correctamente los mensajes profundos que los incidentes nos revelan sobre un determinado individuo. El propósito de tal hábito es la identificación de la naturaleza básica de un individuo para poder proyectar su conducta futura.

La suma de la conducta y el carácter es el producto integrado de sus acciones a través del tiempo. Es por medio de sus actos que una persona forma su carácter, y es su carácter el que a la vez va a influenciar su conducta. Ambos revelan y muestran en qué consiste su naturaleza individual. El carácter nos da la información que nos interesa sobre la conducta. Debemos evaluar las acciones particulares y los principios que las guían: el carácter. La justicia es la muestra de la honestidad y la racionalidad: atiende todo y solo lo que la evidencia muestra, tanto para evaluar personas como cualquier otra cosa. Tratar a otros como se lo merecen, significa responder a su conducta buena con recompensas y a su conducta mala con castigos. Culpa es una falta que se comete voluntariamente, meritoria de castigo.

Es por nuestro propio interés que debemos ser justos. Falsear las acciones y el carácter de otros no cambia en nada la realidad de la naturaleza de estos ni los efectos potenciales que tengan en nosotros. La justicia es un medio vital para proteger y promover los valores propios. Por la felicidad propia debemos preocuparnos del efecto probable que tengan las acciones de los demás en nuestras vidas. Evaluar a los otros objetivamente y tratarlos de tal manera que sirvan a nuestros valores, apoyando a quienes contribuyen a nuestro florecimiento y alejándonos de quienes nos dañen son condiciones sine qua non para alcanzar nuestra felicidad. Ser justos es necesario tanto en nuestra esfera privada como en la pública. Una sociedad justa depende de cuán justos sean sus miembros.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 6 de abril de 2015.

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