Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

4.28.2014

Entre Vargas y García, Paz



Me gusta la literatura de ambos y aprecio lo que he aprendido leyéndola. No he leído toda su obra, todavía, pero sí gran parte de esta. He leído los suficientes libros para tener mis preferidos de cada autor. De Gabriel García Márquez con mucho placer leería de nuevo “El amor en los tiempos del cólera”. De Mario Vargas Llosa quedé fascinada con “Conversación en la Catedral”: quería terminar de leerla de un tirón. Sin embargo, la serie de novelas suyas que más me ha entretenido es aquella en la que nos cuenta la historia de don Rigoberto, doña Lucrecia y Fonchito.

Cartas a un joven novelista. Crónica de una muerte anunciada. La tentación de lo imposible. Cómo se cuenta un cuento. La orgía perpetua. Noticias de un secuestro… Sólo para listar los libros que he leído de ellos y comentar qué me agradó de estos y qué no, tendría que escribir un ensayo y no un artículo. Lo que sí puedo asegurar en este breve espacio es que a los dos los considero parte del grupo de escritores gracias a los cuales yo aprendí, mal que bien, a escribir. Cómo manejan el lenguaje, el maridaje de palabras, la narración… me parecen geniales. Y por eso, los seguiré leyendo mientras pueda.

Ahora, en lo que a coherencia de ideas y acciones políticas trata, no tengo duda en afirmar que al único de los dos que admiro es a Vargas Llosa quien, a pesar del ostracismo al cual fue condenado por sus antiguos amigos y compañeros del mundo literario latinoamericano, tuvo la valentía de reconocer que se había equivocado y enmendar su error. Después de ser parte de los jóvenes ilusionados con la llegada de Fidel Castro al ejercicio del poder en Cuba, se convirtió en unos de sus principales críticos al darse cuenta de las miserias a las que condenan el socialismo y más aún el comunismo, a quienes viven bajo estos regímenes que solo pueden ser mantenidos a la fuerza.

García Márquez, por motivos conocidos por él, poco se atrevió a cuestionar públicamente la constante violación a los derechos humanos y la pobreza en la cual viven la mayoría de los cubanos. Tal vez, lo más que se atrevió a hacer es negarle su apoyo a Hugo Chávez, hijo putativo de los Castro, en su proyecto de adueñarse de Venezuela. Por lo anterior, como persona, García Márquez baja sensiblemente en mi apreciación. No obstante, esto no cambia un ápice la opinión que de él tengo como literato.

Como dijo Octavio Paz al aceptar el Premio Cervantes en 1981: “La libertad… es un acto a un tiempo irrevocable e instantáneo, que consiste en elegir una posibilidad entre otras… es la afirmación de aquello que, en cada uno de nosotros, es singular y particular, irreductible a toda generalización”. Las decisiones políticas tomadas por cualquiera de los tres ganadores del Premio Nobel de Literatura que cito son elecciones, equivocadas o correctas, únicas de ellos y solo ellos son responsables de sus consecuencias. Pero la obra que nos han legado puede ser un deleite para quienes vivimos enamorados de las palabras bellamente encadenadas.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de abril de 2014.

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4.21.2014

¿Qué más puedo hacer?



Es la pregunta que me hago casi todos los días por la mañana cuando leo los diarios. ¿Qué más puedo hacer para que cambien, para bien de todos, las condiciones en las cuales estamos viviendo? El estado actual de las cosas en mi país, como en gran parte del mundo es complicado, difícil, trágico para muchos. En algunos lugares más que en otros. Y hay pueblos, como el mío, que caminan por una ruta que nos lleva a una catástrofe de proporciones mayores a la que vivimos hoy.

Robos. Fraudes. Chantajes. Violaciones. Secuestros. Asesinatos… El pan nuestro de cada día que envenena el alma del ingenuo y angustia el espíritu del optimista. A lo anterior podemos sumar la indignación que provoca el abuso del poder de los gobernantes, las denuncias constantes de corrupción, las mentiras descaradas que nos escupen a la cara creyendo que somos todos tan tontos que nos las vamos a tragar sin chistar.

Hasta los burócratas de las organizaciones internacionales, en gran parte responsables de los problemas que hoy enfrentamos, reconocen las miserias en las cuales vivimos y que, para colmo de males, hay pocas posibilidades de crecimiento económico. Léase: es muy poco probable que mejore la calidad de vida de la gente honesta, trabajadora, respetuosa y productiva. Porque, por supuesto, los corruptos que gobiernan en la mayoría de países latinoamericanos, y el resto del planeta, seguirán acumulando fortunas a costa de nosotros.

Al final, llego a la conclusión de que solo vamos a ganar esta batalla si más personas, con las ideas claras, se involucran en la batalla de las ideas. Y en este caso, lo único que puedo hacer por usted en el proceso de aclararse las ideas, es invitarlo a pensar usando su razón (reconociendo la realidad), a identificar las raíces de sus juicios (y, sobre todo, los prejuicios), encontrar las premisas falsas y atreverse a cambiarlas. Como se dio cuenta, la tarea principal en el ámbito intelectual SÓLO la podemos llevar a cabo nosotros mismos quienes, además, somos los principales beneficiarios de ese cambio. No se dejen engañar por la deshonestidad intelectual de aquellos que son solo pura pose y es poco su deseo de buscar la verdad.

Por cierto, el problema no es la falta de valores. Todo ser humano necesita valorar para vivir. El problema es la escala de valores de algunos y la falta de virtudes de otros. Espero que en este siglo predomine el uso de la razón. Que la mayoría de seres humanos opten por reconocer la realidad y se dejen de engañar a sí mismos. Solo así dejaran de ser engañados por otros.

Como dijo el filósofo Leonard Peikoff: “Salvar el mundo es la cosa más sencilla que hay. Lo único que uno tiene que hacer es pensar”. Entonces, ¿por qué es tan difícil que la mayoría lo entienda? ¿Será porque es cierto lo expresado por el artista español Alberto Corazón? “La mediocridad se ha convertido en valor de reconocimiento cultural, político y económico”. Espero que no sea así.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de abril de 2014. La imagen la bajé de la Internet.

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4.09.2014

Mamita, la bien amada



Mamita, mi bien amada abuelita, vivió 101 años y ni uno solo de todos los días de su vida dejó de ser amada. Valorada por tantos ¡tantos! que el domingo 6 de abril los comentarios que prevalecían entre nosotros y aquellos que nos acompañaron en ese aciago día hacían referencia a esos momentos memorables que compartimos con ella. Recuerdos tan próximos como los de su último cumpleaños que recién habíamos celebrado el primero de abril.

Admirada por su carácter férreo, pero dulce al mismo tiempo. De personalidad emprendedora. Capaz de enfrentar los retos que encontró en su fructífera existencia con fortaleza admirable. Capaz de decirnos por amor, directamente y sin anestesia, las cosas más duras posibles, y al rato hacernos reír con una de tantas ocurrencias suyas. Capaz de enternecerse hasta el llanto al confesar a sus seres queridos cuánto nos amaba. Cualidad suya que parece heredé, la del llanto.

Me hubiera encantado que mis ojos fueran azules como los de mi Mamita. Un azul de tonalidad variable que dependía del estado de ánimo de su dueña. Aunque la mayor parte del tiempo recuerdo su mirar con un brillo cómplice que me hace evocar su enorme gusto por la vida que le costó tanto dejar. Sin embargo, a la hora que decidió hacerlo, lo hizo rápidamente y sin agonía. Consciente y sana. Me cuentan que se quedó dormida hasta su último suspiro, todo en cuestión de pocos minutos.

Su tiempo fue fructífero. Una existencia llena de alegrías, intervenida de vez en cuando por las inevitables tristezas. Judith Pérez Herincx se casó con Arturo  Alvarado Villavicencio. Tuvo cinco hijos: Olga, Arturo, Yolanda, Freddy y Lissette. Una de sus hijas es mi mamá, la de en medio, quien, como sus hermanos, heredó de mi Mamita una fácil sonrisa, la cual iluminaba su rostro aún en los momentos más difíciles. Muchos de sus nietos la quisimos entrañablemente, como a una madre. Sin embargo, para mis primos Magaly y Fredito, eso fue: su mamá.

A mi Mamita le encantaba escuchar música: en especial rancheras, boleros y marimba. Atesoro varios videos de ella cantando. En varias ocasiones me atrevía a acompañarla. La última de estas películas caseras fue grabada un par de días antes de su partida. Cantó para el público que la acompañaba, en algunas partes entonando dulcemente a sotto voce, “Cucurrucucú paloma” del cantautor mexicano Tomás Méndez, una de sus melodías preferidas. De estas imágenes las más conmovedoras para mí son las de la despedida, donde agradece los aplausos tirando besos a quienes la acompañaban. Linda mi Mamita, toda una diva, adorada hasta el final. Genio y figura… dice el refrán.

Como lo expresé públicamente ese día que nunca hubiera querido vivir, Mamita linda, la querré por siempre... mucho, mucho, mucho. Y mientras yo viva usted vivirá en mis recuerdos y en mi corazón. Y si lloro, lloro por mí. Lloro porque no la podré abrazar de nuevo. Descanse Mamita, descanse... Mientras nosotros, sus bien amados, celebraremos con nuestras vidas la suya, su maravillosa vida.


Artículo que será publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 14 de abril de 2014.

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4.07.2014

El origen de la corrupción



El origen de la corrupción es el poder, por eso debe ser limitado. Y ese poder lo adquieren los gobernantes gracias a la venia de los ciudadanos que decidieron otorgárselo más allá del necesario para que cumplan con sus obligaciones primordiales: dar seguridad y velar porque haya justicia. Sí, aquellos que esperan que alguien más les resuelva la vida y les satisfaga las necesidades, que votan por quienes les ofrecen más supuestos beneficios sin importar lo absurdo e incumplible de sus promesas, lo que están haciendo es entregándoles un cheque en blanco a los peores representantes de nuestra sociedad. Porque es a estos, a los peores, a quienes va a atraer el sistema de incentivos perversos que propone el Estado Benefactor/Mercantilista. Populista. Colectivista. Socialista. Y que, lamentablemente, prevalece en gran parte del planeta.

En el largo plazo, los servicios públicos a cargo de los gobernantes en nombre del abstracto Estado, SIEMPRE van a ser ineficientes, malos y carísimos. La educación y la salud incluidas. La educación estatal con el agravante de que en lugar de enseñarles a los niños a pensar por cuenta propia, lo que logra es transformar a la mayoría en futuros siervos: autómatas programados para reverenciar al Estado como dador de todas las cosas. Un sistema que promueve la envidia al hombre creador de riqueza y rechaza el progreso de nuestra especie, presentando como un fin noble la violación de los derechos de unos para satisfacer los intereses de otros.

Por cierto, aquellos que se preocupan por cómo se van a educar los más pobres olvidan (o tal vez ellos mismos lo desconocen) que en los tiempos actuales por medio de la internet y la información a la cual podemos acceder por esta, hemos regresado a los tiempos de los autodidactas geniales, donde quien quiere aprender, quien busca la verdad, quien desea conocer, lo puede hacer mucho mejor por sí mismo, a lo sumo con ayuda de un facilitador, y de una manera considerablemente más económica.

En fin, si ya está harto de enterarse de tanto desmadre de los gobernantes, sus familiares y sus amigos; si ya no soporta más pagar impuestos para no recibir nada más que desprecios, amenazas e insultos; si le indigna enterarse cómo los pícaros fácilmente se libran de ir a la cárcel, tal es el caso reciente de Arnoldo Medrano y Elzer Palencia, que se ríen en la cara de quienes pagamos su buena vida (la de ellos y la de la mayoría de quienes llegan al ejercicio del poder); si la cólera le corroe las entrañas al ver que cada día trabaja más y tiene menos, mientras que los líderes de los grupos de presión pasan su vida viviendo a costillas suyas; si ya no quiere ser más el cochinito de la fiesta que alimenta a los parásitos que parecen multiplicarse… deje de esperar que el Estado se haga cargo de sus necesidades y deje de pedir cosas a los gobernantes. Únase al grupo que trabajamos para limitar el poder del cual hoy gozan los más viles personajes de nuestro país.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 7 de abril de 2014.

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