Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

3.29.2010

Nunca cerramos


Hace algunos días, para ser exacta el lunes pasado, almorcé con un grupo de amigos muy queridos en Churrasco Centroamericano de la zona 10. Celebrábamos el equinoccio de primavera y conmemorábamos mi natalicio, gracias a la invitación que nos hizo Hugo González. Dejábamos libres nuestros gustos sibaritas. Disfrutábamos de una jugosa carne, acompañada de una fresca ensalada y un vino tinto mendocino que probaba por primera vez. Y a mí las experiencias primigenias generalmente me producen mucho deleite. Al terminar de comer catamos cafés. Ansina es, cafés, no bebidas espirituosas. Cafés. Pero, como suele ser en este tipo de ocasiones irrepetibles, lo que más placer me provocó es la plática variada que enriquece mi vida.

En algún momento de la charla, una conversación muy similar a esas que estoy segura usted también ha disfrutado en más de una ocasión, Hugo mencionó una farmacia no por su nombre comercial, sino por el letrero que la ha dado a conocer: “Nunca cerramos”. Por supuesto, a una persona enamorada del lenguaje, como suelo ser yo, en esas dos palabras dichas al azar, en una conversación inconexa, encontré poesía, fantasía y pesadilla. Y antes de que piense que ya se apoderó de mí el alma de don Federico Nietzsche, ese espíritu que lo calló en su última década de existencia sin vida (opinión expresada por varios de sus admiradores, no yo), procedo a explicarme, ya que loca aún no estoy, aunque desde que tengo uso de razón he sido de una imaginación desbordada. La loca de la casa será ella, según Teresa de Jesús.

Primero pensé en lo imposible tanto del “nunca”, como de su antagonista, el “siempre”. Sólo es atrevernos a afirmar lo uno o lo otro para irremediablemente caer en lo negado o alejarnos de lo prometido. Por eso considero que una de las falacias más peligrosas, más dañinas, es la de la generalización. Es mejor nunca caer en ella, porque siempre terminamos tragándonos nuestras palabras. ¿O no?

Al fin, como si adoleciéramos de un vicio que queremos superar, la meta a alcanzar en el futuro presente se logra día a día, minuto a minuto, segundo a segundo. Sólo del instante que vivimos podemos estar seguros. Claro, esto no debe ser un impedimento para vivir y ser feliz. Todo lo contrario. El mío es simplemente un reconocimiento a una realidad ineludible. Total, como lo escribió Ayn Rand, otra filósofa a quien respeto mucho, aunque no coincida en todo con ella, “cualquiera que luche por el futuro, vive en el presente”. Lo anterior lo encuentran en la introducción de “El Manifiesto Romántico”, uno de mis libros preferidos de la autora mencionada.

Segundo, recordé que los popularmente llamados malos, aquellos cuyo lema de vida es “el fin justifica los medios”, (vaya, los pragmáticos que no son iguales a los prácticos), podrían ser la excepción a la aludida imposibilidad “del nunca y del siempre”. Esos personajes, aunque no sean siempre los mismos, nunca descansan. Cuidado en Semana Santa, buen amigo.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 29 de marzo de 2010. La fotografía del letrero la bajé de la Internet. El autor del la misma se identifica en el blog que aparece en la imagen.

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3.23.2010

Pía


El impío pía. Cuando tiene hambre, cuando tiene frío. Cuando se encuentra preso, el Pollo pía. ¿Cuál será la canción del pichón cuando se encuentra privado de su libertad? Falto de piedad el impío que pía, ¿a quiénes podrá acusar? ¿Si acaso se hunde, su canto se llevará consigo a sus otrora amigos? “Los pollitos dicen ‘pío, pío, pío’ cuando tienen hambre, cuando tienen frío. La gallina busca el maíz y el trigo, les da comida y les presta abrigo. Bajo de sus alas, acurrucaditos ¡duermen los pollitos hasta el otro día!”.

Hambre y frío todavía no pasa Alfonso Portillo. Pero, sin duda, hay muchos que quisieran verlo bien, pero bien frío, sin posibilidad de volver a comer y, por supuesto, tres metros bajo tierra: aquellos que hace algunos años eran sus socios comerciales en el uso y abuso del poder. Los que gracias a las gracias y las transas del ex Presidente lograron vaciar las arcas que arduamente llenó el sacrificado tributario que, ante la amenaza de parar en el bote, prefiere convertirse en el abnegado y callado esclavo dedicado a satisfacer las demandas de los gorrones (que de gorriones tienen poco) que usurpan desde el trono presidencial, la autoridad que emana del pueblo.

El mandadero, pues eso significa ser el “Primer Mandatario de la Nación”, que se siente ganadero y finquero, que trata a los ciudadanos que lo deberían mandar a él (o ella, por si acaso, sin distinción de sexo) como si fueran ganado a su disposición para destazar, intercambiar u ordeñar. E irónicamente, lo hace al amparo de la legislación que ha sido aprobada con el silencio complaciente de muchos de quienes terminan siendo el plato principal del festejo de los invitados al solidario banquete de las pocas familias que progresan. ¿Hasta cuándo?

En fin, al margen de los anteriores párrafos escritos a la luz de la “sonrisa de la razón”, ingeniosa manera, al menos a mi parecer, de describir o explicar la ironía, pienso que los amigos de Portillo deberían preocuparse seriamente por la vida de su compadre. Eso si algunos de aquellos personajes célebres de nuestra fauna política que visitan a Portillo con cara compungida, con rostro adolorido, son amigos verdaderos del mencionado gobernante caído en desgracia y aprecian su vida. ¿O serán herederos de Tartufo, hipócritas que tienen miedo a ser uno de los cantados por el antes arrogante Pollo, hoy en vías de convertirse en colaborador eficaz del Fiscal del Distrito Sur de Nueva York, Preet Bharara?

Alfonso Portillo, un ave a la que le conviene volar lo más rápidamente posible al norte, aunque sea para enfrentar parte de las consecuencias de sus acciones. “Pan pa’ tu matate, pan pa’ tu matate, vos tunante que hoy te sentís el Rey de mundo y propietario de los bienes y el destino de tus mandantes”. Que, igual, puede ser una advertencia para la abeja Reina del panal. Total, imagino que como a todo coche le llega su sábado, lo mismo aplica a cualquier otro espécimen del reino animal.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 22 de marzo de 2010. La imagen la bajé de la Internet.

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3.15.2010

Aguas en marzo


Las aguas de marzo en Guatemala, suelen ser turbulentas, intensas, calientes. Alejadas de la armonía seductora de las brasileñas “Águas de Março” de Antonio Carlos Jobim. Y para nuestra mala suerte, no vemos un bello horizonte cercano ni las aguas de marzo nacionales cierran el verano con una promesa de vida en el corazón de la mayoría de habitantes del país. Más aún, muchos de esos habitantes dejarán de vivir, su corazón dejará de latir, por la viveza de nuestros gobernantes y su círculo cercano cuyo principal objetivo es vivir a costillas de los tributarios.

Marzo generalmente es un mes de muchos contrastes. ¿Será porque sube la temperatura no sólo del ambiente, sino también del temple de la gente? Y al hablar de temple, no me refiero a la sexta acepción que le da el DRAE a esta palabra. ¡Ojalá así fuera! Ojalá que en nuestro terruño muchos más actuaran con fortaleza enérgica y valentía serena para afrontar las dificultades y los riesgos que corremos. Más bien aplico el término “temple” a una parte del quinto significado reconocido por los académicos: “disposición alterada del cuerpo o del humor de una persona”. Marzo parece un mes en el cual los perturbados hacen sentir el olor asqueroso de su sudor por todos lados.

Sin embargo suelen ser las mañanas llenas de luz y esperanza. Azules color verano tropical, que no es igual al verano en otros lares ajenos a nuestro trópico. La ironía es que la fecha climática a celebrar es el equinoccio de primavera, día en el cual conmemoro mi nacimiento y celebro mi contrastante existencia. Mes de sentimientos encontrados. Mes de emociones extremas que van desde una intensa alegría hasta una frustrante cólera producto de los absurdos en los que nos vemos envueltos por la desidia de tantos que prefieren falsear la realidad a asumir su responsabilidad y atacar de una vez por todas la raíz de nuestros males. Al fin, todos somos miembros de una misma sociedad en la cual deberíamos tener los mismos derechos y las mismas obligaciones.

Marzo es un mes en el cual es importante aconsejarle a nuestros seres queridos que estén aguas con los maleantes en todo sentido. Desde los criminales que operan en la clandestinidad propia del antisocial que vive al margen de la ley violentando los derechos individuales de tantos, hasta aquellos descarados que desde las mismas entrañas del poder asaltan a la mayoría productiva, honesta y respetuosa del país. Los delincuentes que operan dentro de la legislación hecha a su medida para facilitarles sus movidas. Los que deberían sufrir las más estrictas penas.

Este marzo de 2010 en especial ha sido sorprendente. Y eso que apenas vamos por la mitad de un período que termina con un peligroso descanso en el cual una importante cantidad de personas prefieren olvidar la creciente incertidumbre en la cual vivimos en el país de la eterna tembladera. Tiempo que los pícaros saben aprovechar. Aguas, apreciados lectores. Aguas.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 15 de marzo de 2010. La fotografía de estas hermosas aguas, la tomé el pasado domingo 7 de marzo de 2010 en la finca “El Zapote”, que se ubica entre Escuintla y La Antigua Guatemala.

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3.10.2010

Que reste-t-il


¿Que reste-t-il de los terremotos en Chile y en Haití? Lecciones. Las diferencias abismales entre las dos tragedias. Alrededor de 500 fallecidos en Chile. Más de 300,000 muertos en Haití. Y eso a pesar de que el terremoto en Chile fue 500 veces más fuerte que el seísmo de Haití. Un lamentable ejemplo de que los sistemas de normas que imperan en una sociedad SÍ son importantes.

Desde principios de los años 80 del siglo pasado, durante la dictadura de Augusto Pinochet, el sistema de incentivos cambió en el mencionado país sudamericano. Los chilenos empezaron a alejarse del nefasto Estado Benefactor/Mercantilista de inspiración socialista, y comenzaron a acercarse al ideal de un Estado de Derecho liberal. La gran diferencia entre ambos es que el citado primero es un sistema de incentivos perversos y el segundo es un sistema de incentivos correctos. La mayoría de habitantes de Chile han aprendido que uno paga las consecuencias de sus acciones y que deben trabajar, arriesgar y producir para alcanzar sus metas. Ninguna Sandra Torres o un Álvaro Colom les van a poder regalar lo que le pertenece a otros. Lo que pertenece a los tributarios que no pagamos impuestos para que los politiqueros estén presumiendo con sombrero ajeno.

Sin duda, son mas responsables los chilenos que los haitianos, porque los primeros tienen tres décadas de vivir dentro de un sistema de normas que en general van de acuerdo con la naturaleza de la acción humana, y los presidentes socialistas que gobernaron su nación fueron lo suficientemente inteligentes para respetar las reglas que heredaron del gobierno de Pinochet. Les guste o no a algunos. O tal vez los mandatarios mencionados no tuvieron la posibilidad de modificar la esencia de las normas, ya que el principal secreto del Estado de Derecho es que limita el ejercicio discrecional del poder.

Hoy todavía no podemos controlar un fenómeno propio de la naturaleza de la Tierra. No sé si dentro de 100, 200, 1000 años… los hombres de ese tiempo van a tener la capacidad, el conocimiento y la tecnología para evitar eventos como un sismo o un tsunami. Pero, más allá de lo angustiante que puede ser sufrir un terremoto u otra clara muestra de que el Planeta sigue vivito y coleando, recordemos que la verdadera tragedia es la muerte de un ser humano. Imaginen la magnitud trágica de la muerte de 100 personas. O de 100,000 o más individuos. Si un barco está estacionado en el centro de la ciudad, si se abrió una gran grieta en una carretera, si 3 edificios se partieron en dos… todo eso se puede reconstruir. Pero una vida perdida nunca.

Si en Haití existiera un sistema de incentivos correctos las construcciones hubieran estado adaptadas a las condiciones propias de este país. Lo que les permitió a los chilenos superar con mucho menos muertes, y no se diga mucho menos destrucción, un fenómeno natural de una mayor dimensión que el de Haití, es toda esa enorme creación de riqueza que les ha permitido, entre otras cosas, construir refugios más adecuados para el ser humano. Construcciones que obviamente no había en Haití. Y toda esa riqueza, toda esa infraestructura, todo ese capital invertido, repito, es producto de un sistema de incentivos correctos. Como el que propone ProReforma para Guatemala.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 8 de marzo de 2010. Las fotografías las bajé de la Internet. El collage es obra mía.

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3.01.2010

Falla


Según el Director del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh), Eddy Sánchez, de las siete fallas que atraviesan nuestro país la llamada Chixoy-Polochic fue la que ocasionó los fuertes temblores que conmocionaron a muchos el pasado martes 23 de febrero de 2010. Sin duda los hizo recordar el reciente terremoto de Haití en el cual, según su Presidente René Préval, murieron alrededor de 300 mil personas. Y a más de uno lo remontó al 4 de febrero de 1976, fecha en la que vivimos el último terremoto del siglo veinte.

Sin embargo, considero que los expertos mencionados, y tantos más, no han tomado en cuenta una falla, la más lamentable y dañina de todas: la falla que es responsable de las vidas miserables y mediocres de millones de personas que han habitado Guatemala. Me refiero a la falla del Estado Benefactor/Mercantilista. Lo cruel del asunto es que esta falla SÍ la podemos corregir. A diferencia de las otras mencionadas que no dependen del hombre.

Falla el Estado Benefactor/Mercantilista por ignorar que la naturaleza del ser humano es teleológica, lo que significa que actúa a partir de fines propios y elige los medios que considera le permiten alcanzar sus objetivos. Fracasa, al igual que cualquier tipo de socialismo porque en lugar de basarse en cómo somos, pretenden sus ponentes de forma arrogante, haciéndose pasar por humildes, cambiar nuestra naturaleza que los incluye a ellos mismos. Se erigen en dioses creadores o en correctores de lo que alguien más pudo haber hecho. Que, por lo visto, no fue hecho a su antojo.

Por cierto, el Estado Benefactor/Mercantilista es de inspiración socialista. Es el resultado de las ideas de Eduard Berstein, los miembros de la sociedad fabiana y otros intelectuales que intentaron explicar el fracaso de Karl Marx, Friedrich Engels y los teóricos socialistas del siglo diecinueve. Fracaso que ignoró Vladimir Ilyich Ulyanov, Lenin. Es una ironía que parte de los antecedentes decimonónicos de la socialdemocracia de Berstein los encontremos en las reformas impulsadas por quien fuera su enemigo político y tocayo, el canciller alemán Otto (Eduard) von Bismark.

Total, descontando a los ingenuos que olvidan el aforismo que nos advierte que “de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”, la mayoría de los entusiastas promotores de estas ideas falsas son una partida de oportunistas cuyo objetivo es llegar al ejercicio del poder. Y la manera más fácil de lograrlo es aprovechándose de la pobreza de la mayoría, el resentimiento de algunos y la ignorancia y pereza de otros, ofreciéndoles lo que nunca van a cumplir: sacarlos de la miseria. Al final, los únicos que se enriquecen son ellos y su círculo cercano. Al resto de individuos los empobrecen y convierten en mendigos.

Hoy tenemos la posibilidad de corregir la falla del Estado Benefactor/Mercantilista, la falla más dañina de todas. Esa posibilidad es ProReforma.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 1 de marzo de 2010. La fotografía la bajé de la Internet. No encontré el nombre del autor.

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